lunes, 26 de enero de 2015

57.4

Día Skinny Diet nº1, aunque ya he estado conrtolando-restringiendo un poquín.

Quiero ver cuanto antes el 55, es lo único que me motiva. Adelgazar, estar como siempre, con mi ropa normal... Hoy, vergüenza de mí, he salido con esos pantalones que odio y que me quedan fatal, pero claro, es que son los ÚNICOS que me caben. Motivación up.

Intento ser razonable y pensar en las posibilidades del día, que si tengo ganas de tomarme un café con algo dulce después de comer, trato de convencerme de no hacerlo. Mi madre casi todos los días trae bollería para la merienda, así que con eso en mente, voy intentando no pecar.

Si veo que mi madre está planeando hacer pizza para cenar, pues igual, trato de restringir durante el día, aunque sea un poquito, lo intento.
Lo que sí tengo que admitir, es que es difícil, y tarde o temprano lleva a un atracón, pero qué queréis, soy yo. Todo acaba en un atracón. Así que mejor tener mano dura conmigo misma mientras dure.

He dicho que he salido, sí.
Tenía una especie de entrevista de trabajo con la empresa a la que aspiro a hacer las prácticas, y ha salido bastante bien, pronto empezarán los papeleos y estaré trabajando for-free. Por otra parte, ya que he conseguido ahorrar, estoy pendiente de retomar el tema del carnet de conducir, que tengo de plazo hasta Julio de este año para sacármelo.
También me gustaría conseguir un currito los findes, pero bueno, eso me lo callo.

Día lunes. Empiezo dieta.
Parece que derrocho fuerza y energía. A ver cuánto dura.

PD. ¿Alguien compra L-Carnitina? He estado investigando, creo haber oído que hace falta receta para comprarla en farmacia, ¿alguien lo ha probado?  Por otra parte, también estoy mirando en internet, aquí. ¿Qué os parece?


viernes, 23 de enero de 2015

60 - O te lo tomas en serio, o te dejas de quejar.


Estoy falta de motivación.
He descubierto algo terrible, algo llamado Autoestima.
Algo completamente opuesto a querer/tener que hacer dieta.

-'Pero si no estoy tan mal', es mi premisa.


Y así pasan los días.
Por lo menos ahora mi dieta es relativamente más sana que cuando estaba en Madrid.
Desayuno, como y meriendo. No suelo cenar salvo rara vez en alguna ocasión especial.

Como más verduras, COMO, como comida real.
Esa comida a las 2 o 3 de la tarde me está salvando, antes me saltaba esa comida y llegaba a las 5 del trabajo y arrasaba con croissants, bollos, nutella, chocolate... Y así estoy.

60 kilos.

60 kilos de 'no estoy tan mal', pero no estoy bien, no me siento a gusto conmigo y me da vergüenza que me vean. De que la ropa no me cabe o me aprieta, de mis michelines, mis lorzas.
De no estoy contenta, pero tampoco me quiero esforzar.

Necesito mano dura conmigo misma.

Contar calorías, llevar un intake diario, y sí, posiblemente escribir todos los días. Hacer ejercicio.

El estilo de vida sedentario es la muerte. Pasé de 55 kilos con músculo a 60 kilos de grasa. Sentada todo el día, delante del ordenador, trabajando o haciendo el gilipollas. El invierno, el trabajo, el no tener internet o lo que sea... Pero no he hecho ejercicio desde la última vez que lo dije en este blog. Puede que nos remontemos a Octubre.

Las cosas tienen que cambiar, este finde me apretaré las tuercas, y puede que me auto-someta a una sesión de re-educación (al estilo Naranja Mecánica), viendo thinspos y demás mierda enfermiza.

O todo o nada.
Estar enferma o estar gorda, yo decido.


martes, 20 de enero de 2015

Equilibrio.


Una semana después, las cosas van buscando y encontrando su lugar.

¿Mi desesperación? Dentro de mí. ¿La comida? A ser posible, lejos.

Peloteo incesante a mi padre y a mi madre, tratando de evitar cualquier tipo de bronca que acabe conmigo llorando en mi cuarto al son de la cuchilla.  Trato de estar, pues como ya sabéis, como siempre. Limpiando por la mañana, peloteando por la tarde, y durante la noche, pensar, pensar y pensar más todavía. Porque aunque busque un equilibrio, una estabilidad, éste no es mi sitio.

Tengo que salir de aquí pronto, antes de que el propio ambiente acabe con toda mi energía y mis ganas de salir adelante. Porque en una semana ya he cambiado, ya no tengo las mismas ganas de trabajar, de hacer, de estar bien. Ahora me he echado al hoyo y espero a que algún bicho me devore.

Vine aquí para acabar el ciclo de fotografía, me falta la parte práctica (trabajar en una empresa sin cobrar, ¡cómo mola!) y tenía que venir en Enero para empezar. Mi tutora se fue de vacaciones, me hizo venir desde Madrid a toda prisa (como ya sabéis, dejando mi trabajo y mi 'casa'), y no me dijo nada hasta que yo ya estaba aquí, porque claro, se tomó 20 días de vacaciones y ahí a ver quién abre el correo electrónico. Que la empresa ya no necesita gente, que me he vuelto a quedar sin prácticas.  Así que estoy perdiendo el mes a lo imbécil, sin trabajar, sin estudiar... Sin hacer nada que merezca la pena. Tengo que esperar a que me consiga otra, y una vez hecho, empezar a trabajar gratis. Esto se puede alargar hasta Abril, me cago en la puta.

Mientras tanto, pues eso, estoy aquí en el puto medio del monte, sin poder salir, como toda la vida, vamos. Papá llevame a tal sitio, mamá recógeme. Teniendo que estar dependiendo de terceras personas para ir a alguna parte. No puedo ni ir al instituto a hablar con mi tutora sin tener historias de 'ah, ¿tienes la reunión al mediodía? pues yo sólo puedo dejarte a las 7 de la mañana' y si hace frío y estoy en la calle, pues es cosa mía. Ni ir a tomarme una cocacola con mis ex-compis, porque 'te recojo a la hora que me viene bien, y si querías quedarte más rato, lo lamento'.


¿Algo más? Sí, una cosita y acabo.
Mi madre me ha propuesto dejar el curso.
Ni posponerlo, ni hacerlo ... distinto. DE-JAR-LO.

Porque claro, voy a estar tres meses currando sin cobrar, ya es motivo para dejarlo. He hecho el curso con unas notas buenísimas, he gastado un año de mi vida dándolo todo para que saliera bien, pero claro, que esté tres meses en casa es demasiado, no puedo estar aquí. Además sin trabajar, la madre de dios. Cómo se puede tener tan poca vergüenza, ¡querer acabar los estudios!

Prefiere que tenga 22 años y sólo la educación obligatoria.
Prefiere que sea como su compañera de trabajo, que tiene mi edad y sólo ha trabajado de camarera, sólo tiene la ESO, pero tiene muchas amigas, ¡y coche!
Más de lo que podría aspirar una mierda como yo.

Porque sí, hay que ser como la chavala esa, ser una gilipollas a la que todo el mundo le toma el pelo, con unos estudios de mierda y unas expectativas de mierda.
Porque yo creo que ella piensa que yo sólo puedo aspirar a ser una camarera de un bar de carretera, a la que están puteando todo el día porque es incapaz de plantar cara.
Ella sabe que yo sólo puedo aspirar a eso.

Lo lamento, pero no.


PD. No tengo nada contra la chiquilla esa, pero mi madre va  mis espaldas hablando por ahí de que ojalá fuera como ella, y no una inútil como soy ahora.

martes, 13 de enero de 2015

Dualidad.


Martes, día 2 de mi enfermedad volver a casa.

Sí, estoy en Valencia de nuevo. Ya volví.

Madrid ha estado bien, ha sido demasiado. ¿Demasiado qué? Pues demasiado bueno. Demasiado para mí, ¿demasiado para lo que merezco?

No he tenido internet, no he podido escribir por eso, y la verdad, pasado un tiempo, esa adicción desaparece, es como '¿no hay internet? it's okay'. Igual con la tele, sí, compañeras, mi tele ha estado descansando en un armario y me he perdido esos apasionantes entretenimientos de corazón, telebasura y corrupciónpolítica.

Encontré trabajo. Sí, yo, la cosa esa que no servía para nada. El bar sobre el que escribí la última vez, pues el dueño tenía varios negocios, y me contrató de secretaria. Bueno, hacía a veces un par de horas de camarera en su bar, pero bueno, doble experiencia, dinero, es bien.

Encontré trabajo, gané algo de dinero (tampoco os esperéis demasiado), engordé, y me importó poco. Lo peor fue cuando los pantalones dejaron de quedarme bien y empezaron a marcarme los michelines, pero bueno, a esas alturas, ya me tocó volver a casa de mis padres.

Y aquí estoy hoy.

Y me cuesta entender cómo el ambiente ha cambiado me ha cambiado tanto. Allí, me veía capaz.
Capaz de estar sola, vivir sola, comprar sola, hacer las cosas sola, ser responsable sola, tener obligaciones y cumplirlas, destacar porque soy capaz, capaz de hacer las cosas bien.
De repente siento que no merezco nada, que debería ir arrastrándome hasta las vías del tren y quedarme allí tumbada hasta que alguno con suerte me arrolle y me mate.
Ése es el ambiente, lo que ha cambiado.

La primera noche bien, llegué a casa a las 11 de la noche, después de haber estado desde las 5 de la tarde en coche/metro/tren, así que cansada. Llegas, saludas y a la cama. Digamos que esa noche no cuenta.

Con mi madre bien, pero mi padre sigue en plan hijo de puta, ninguneándome, pasando de mí, hablándome mal, cuando no es gritándome, esperando que yo le pida perdón (por cuando él estampó mi gata bebé contra el suelo, ¿recordáis?)
Así que noche 1 = me he cortado, he llorado, me he pastilleado y he moqueado mucho.

Y aquí estoy, he vuelto.

Pronto comenzaré a escribir que he ayunado, que me he saltado comidas (omg, eso lo hice anoche también!) o que he retomado la placentera manía de meterme los dedos hasta la garganta, de moverlos como si me masturbara, y sí, soltarlo todo, sintiendo culpa y alivio.

Nota para mí misma, la última vez que lloré fue cuando ni siquiera estaba en Madrid. Osea, hablamos de Octubre. Desde Octubre no he estado mal. Ahí lo dejo.

Me he despertado con el pelo sucio y con la cara que tiene una servidora cuando se ha pasado la noche llorando. Esa cara especial mía y sólo mía, que en realidad, le importa más a gente que no tengo alrededor que a la gente que vive conmigo. Con una mesita de luz sin luz, pero con pañuelos moqueados, una botellita de agua, mi cajita con cuchillas y un bote de pastillas.

Dentro de las cosas que aprendí allí en Madrid, es que puedo resultar ser una persona normal, puedo llegar a adaptarme, en vez de ser la autista que está sola todo el día en casa, amargada, llorando y atracándose. Me he dado cuenta de que puedo ser una de esas personas que cuando se van, la gente las echa de menos. Ser de esas personas que, cuando ya no están, se nota que falta algo. ¿Esa soy yo?
Nunca me lo hubiera esperado de mí. Nunca.

Sin embargo, aquí en Valencia, aún nadie sabe que me he ido, nadie ha preguntado, nadie sabe nada.

Me cuesta entender que esas dos personas formen parte del mismo cuerpo, quién sabe, igual al tener más espacio, pueden respirar dos versiones de mí a la vez. La válida y la inútil.

Madrid, vuelve a mí o volveré yo.

Ojalá esto sea breve.